lunes, 31 de octubre de 2011

GREGORIO PECES-BARBA COMO SÍNTOMA


Gregorio Peces-Barba es un prestigioso político y jurista español. Durante el franquismo fue un gran defensor de los derechos humanos y de la democracia, lo que le costó ser detenido en 1971 y castigado a no poder ejercer la abogacía durante una época. Se afilió al Partido Socialista cuando este partido aún era ilegal y, ya en democracia, fue elegido Diputado, llegando a ser el Presidente del Congreso durante la legislatura 1982-1986. Es uno de los siete redactores de la vigente Constitución Española y de su amplio currículum intelectual destaca su doctorado “cum laude” de la Universidad Complutense de Madrid y el haber sido el rector de la Universidad Carlos III durante 18 años.

El pasado 28 de octubre de 2011, en una conferencia que daba como invitado de honor del Congreso de la Abogacía (actividad organizada por el Consejo General de la Abogacía Española, que es el órgano representativo, coordinador y ejecutivo superior de los Colegios de Abogados de España), Gregorio Peces-Barba dijo, medio en serio y medio en broma, que tal vez a España le habría ido mejor si en el siglo XVII se hubiera quedado con Portugal y renunciado a Cataluña. También llegó a decir, ante la posibilidad de que Cataluña iniciara un proceso independentista, que “no sé cuántas veces hubo que bombardear Barcelona, pero creo que esta vez se resolverá sin necesidad de bombardearla”. Posteriormente ha pedido disculpas y reiterado que todo fue una broma.

Es bastante sintomático que este ilustre y eminente jurista (lo digo sin ironía) haya hecho esas declaraciones. Respeto al señor Peces-Barba, tanto por su currículum intelectual como por su trayectoria personal, pero no acepto sus disculpas. Y no las acepto porque no considero que sus reflexiones sean un insulto. No son más que una nueva prueba que demuestra que la mejor opción para las relaciones entre España y Cataluña pasa por la secesión. Lo único que le pido es que no rebaje el nivel de sus declaraciones y diga que sólo son una broma o una metedura de pata. El hecho de ser él quien es y de hacerlas en el entorno en el que las hizo no lo permite. Lo que dijo no es una mera anécdota, sino que pone de manifiesto que una importante mayoría de españoles, al margen de su nivel intelectual o adscripción política, no se siente cómodo con los catalanes. Es algo visceral, arraigado en sus más profundos sentimientos. Y eso a pesar de los años en los que Cataluña ha contribuido a la modernización de España, tanto desde el punto de vista intelectual como económico (15.000 millones al año subvencionando al resto del Estado).

Finalmente, me gustaría hacerle una demanda Gregorio Peces-Barba. Le pido, por favor, que, una vez asuma la realidad de las relaciones España-Cataluña y lo artificial que resulta mantenerlas unidas en un único Estado, contribuya, desde sus amplios conocimientos jurídicos y su prestigioso historial político, a aportar fórmulas para que se pueda realizar la secesión catalana de la forma más pacífica y beneficiosa posible.

ELPHARI

sábado, 15 de octubre de 2011

La hora de los Catellanohablantes

El catalanismo no puede dirigirse a los castellanohablantes como si fueran miembros del Tribunal Constitucional


BUUALDO

jueves, 13 de octubre de 2011

Quien, donde, cuando, como.



Dejadme que os diga una cosa ... Yo soy catalán. Cataluña es hoy una región de España, pero ¿qué fue Cataluña? Cataluña ha sido la nación más grande del mundo. Yo os contaré el porqué. Cataluña tuvo el primer Parlamento, mucho antes que Inglaterra. Cataluña tuvo las primeras Naciones Unidas: en el siglo XI todas las autoridades de Cataluña se reunieron en una ciudad de Francia -entonces Cataluña- para hablar de paz, en el siglo XI ... Paz en el mundo y contra, contra, contra las guerras, la inhumanidad de las guerras.






miércoles, 12 de octubre de 2011

El castellano también es la lengua de Cataluña


Nuestro colectivo lo forman ciudadanos que vivimos en Cataluña desde hace años (algunos, incluso hemos nacido aquí) y por eso también sabemos hablar, leer y escribir en catalán. Sin embargo, habitualmente hablamos, leemos y escribimos en castellano porque nuestra lengua materna y nuestras raíces familiares están en otras zonas de España.

Pero además de por nuestra cultura personal, reivindicamos, desde el secesionismo catalán, que en el siglo XXI el castellano forma parte de la idiosincrasia de Cataluña. La Cataluña actual tiene dos lenguas, el catalán y el castellano. Asumimos que, por razones históricas, el catalán es la lengua propia de Cataluña, pero también afirmamos que el castellano es una lengua de Cataluña. Por ello, el castellano debe de ser mantenido y tratado con respeto, y nos oponemos a que la secesión de Cataluña sirva de excusa para negarlo o discriminarlo de alguna forma.

De todas formas, y para evitar malentendidos o manipulaciones, también queremos dejar claro que estamos a favor del modelo de inmersión lingüística en el sistema educativo catalán, que se basa en que el catalán es la única lengua vehicular en la educación infantil, primaria y secundaria. Este sistema, al margen de lo que puedan decir algunos teóricos, en la práctica ha permitido la integración de todos los catalanes y en ningún caso ha comportado una pérdida del conocimiento del castellano entre la población, sea cual sea su lengua de origen.



ELPHARI

Podemos mantener unos vínculos especiales con España


Cataluña ha formado parte de España y ha compartido su historia común durante cientos de años. Aunque en muchas ocasiones las relaciones entre ambos territorios han sufrido múltiples crisis (en los últimos 400 años, España ha intervenido militarmente en Cataluña unas dos veces por siglo), existen unos fuertes vínculos innegables.

Nuestro colectivo, además, está unido a España por razones familiares, personales y de sincero afecto. Por ello, nos gustaría que la Cataluña independiente que imaginamos tuviera, desde el primer momento, unas relaciones vecinales especiales, en sentido positivo, con España.

Nuestra voluntad, incluso, es mantener vínculos estables con España en ámbitos de toda índole, que pueden ir desde la participación  de los deportistas catalanes en las competiciones deportivas españolas a la inclusión de las cadenas españolas de televisión en la parrilla televisiva catalana. Podemos, incluso, llegar a acuerdos para formar parte de un ejército común. De todas formas, somos conscientes de que esta voluntad de mantener elementos comunes es cosa de dos y podemos entender que, en un primer momento, el arraigado anticatalanismo español pueda ser un obstáculo. 


ELPHARI

No nos quieren


No nos queremos ir porque queramos, nos queremos ir porque no nos quieren.

La derecha española, es, en Cataluña, relativamente marginal. En las elecciones autonómicas de 2010, el Partido Popular de Cataluña alcanzó el 12,3% de los votos emitidos, y ha sido su mejor porcentaje histórico en este tipo de elecciones (en otras ocasiones, como en 1999, no llegó ni al 10%). En las elecciones municipales de 2011, su mejor resultado en una locales, sólo obtuvo el 12,7% (en las anteriores, las de 2007, tampoco llegó al 10%). En las elecciones generales, dónde sacan los mejores resultados, tampoco les va mejor. Sólo en una ocasión, (en 2000, cuando el PP de Aznar obtuvo la mayoría absoluta), ha pasado del 20%. Por ello, sabiendo que tiene poco que perder, ha utilizado permanentemente el anticatalanismo como baza electoral para el resto de España, tanto cuando en Cataluña gobernaba la derecha nacionalista de Convergència como cuando la hizo la izquierda. La izquierda española, mientras tanto, tampoco ha actuado de contrapeso, y en múltiples ocasiones ha sido cómplice de ese anticatalanismo visceral.

Dicho anti catalanismo, muy arraigado históricamente entre los españoles, se ha visto fuertemente amplificado desde los medios de comunicación afines a la derecha hasta niveles de maltrato e insulto permanente. Pero lo peor es que ha calado en amplios sectores, por no decir la mayoría, de la ciudadanía española.  El ejemplo más evidente es el boicot al cava y otros productos catalanes que se produjo en 2005 (nunca se ha producido una situación similar con otra comunidad), pero nosotros, que viajamos y pasamos temporadas en España por razones familiares y afectivas, hemos vivido innumerables pequeñas anécdotas que nos llevan a la conclusión de que en los últimos años el anticatalanismo recurrente ha aumentado llegando a niveles insostenibles.

No negamos que algunos sectores catalanes pueden tener alguna responsabilidad en el deterioro de las relaciones entre Cataluña y España (el victimismo habitual de algunos, el antiespañolismo visceral de otros), pero estamos convencidos en nuestro fuero interno que la mayor parte de la responsabilidad de esta situación recae en los políticos y generadores de opinión españoles.

Como en un matrimonio, si uno de los miembros de una pareja humilla, maltrata y pretende anular al otro, hay que concluir que lo mejor es separarse, por duro que sea.


ELPHARI

La relación económica entre Cataluña y España es injusta


El sistema fiscal español está centralizado (con la excepción del País Vasco y Navarra, que cuenta con un régimen propio). Así, a grandes rasgos, los impuestos se pagan al Estado, que con ese dinero realiza gasto e inversión pública a lo largo de España, o lo redistribuye para financiar a las administraciones autonómicas, diputaciones y ayuntamientos, que con ese dinero también realizan gasto e inversión pública en los territorios de su competencia. Para ser aún más exactos, hay una parte del dinero recaudado que se queda directamente en el territorio, como pasa con los impuestos y tasas de los Ayuntamientos (aunque bajo legislación del Estado, que los define y concreta los porcentajes que se pueden cobrar) o el 50% de la cuota íntegra del IRPF. Pero la parte más importante la recauda directamente el Estado. Este sistema no es único de España, sino que, con sus particularidades, también se aplica en la mayoría de los países.

Para calcular una balanza fiscal interterritorial se debe calcular, por un lado, todo el gasto e inversión pública efectuada en un territorio por todas las administraciones que actúan en él, y por otro, todos los ingresos por impuestos que se han generado en ese mismo territorio. En el caso de la balanza fiscal autonómica española, el importe de los impuestos pagados por los ciudadanos y empresas de Cataluña es mucho mayor que el total de gasto e inversión pública en Cataluña. Se genera, entonces, el denominado déficit fiscal catalán.
En resumen, el déficit fiscal catalán es el dinero que se recauda en Cataluña pero que se gasta en el resto de España. Aquí hay que decir que se producen déficits fiscales interterritoriales en prácticamente todos los países.
Hasta 2008 no hubo una cifra oficial estatal del déficit fiscal catalán. Aunque existían los cálculos hechos por la Generalitat y varios estudios de expertos financiados por universidades, empresas, asociaciones y fundaciones privadas, el Estado se resistía a hacerlo público “por razones de interés general”. Finalmente, en 2008 se público la hasta ahora único cálculo de balanza fiscal autonómica, aunque referido al año 2005.
Debido a la dificultad técnica de calcular la balanza fiscal autonómica, los resultados de la Generalitat y los de los diversos estudios no coincidían, aunque se movían en una horquilla razonable. Los datos estatales de 2005 publicados en 2008 (que son, repito, los únicos que el Estado ha aportado hasta ahora) tampoco coinciden con otros estudios del mismo año, pero las diferencias tampoco son muchas: según el estudio estatal, el déficit se cifra en el 8,7% del PIB, mientras que para la Generalitat era del 9,8% y para la Fundación Josep Irla del 10,2%. Y aquí también hay que decir que cuesta mucho encontrar en otros países porcentajes de déficit interterritorial similares (de hecho, se acerca a los porcentajes de relación económica metrópoli-colonia).

Para que se entienda mejor, estamos hablando de un déficit fiscal de alrededor de 15.000 millones de euros al año. Y algunos estudios posteriores sostienen que el déficit ha aumentado en los últimos años.
Como 15.000 millones de euros es una cifra tan grande que cuesta imaginarla vamos a dar ejemplos que ayuden a entenderla:

-       Un hospital mediano (de 200 camas y convenientemente equipado) cuesta unos 75 millones de euros. Se podrían construir 200 al año.
-       Un centro educativo cuesta unos 5 millones. Se podrían construir 3.000 al año.
-       La desalinizadora más grande de Europa (la del Prat del Llobregat, que abastece de agua a Barcelona) costó 160 millones en 2009. Se podrían construir casi 100 al año.
-       Una autovía de Lérida a Gerona costaría 1.200 millones al año. Se podrían construir 12 al año.
-       La nueva terminal del aeropuerto de Barcelona costó 1.300 millones de euros. Se podrían construir casi 12 al año.
-       Una línea de tren de alta velocidad de Lérida a Gerona costaría 7.500 millones al año. Se podrían construir 2 al año.
-       El coste de las inversiones realizadas a lo largo de varios años en Barcelona para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fue en total de 4.800 millones de euros. Se podría tener un gasto así tres veces al año.

Pero todo ese dinero ha ido a otras zonas de España. La conclusión es obvia: en España se ha gastado por encima de sus posibilidades a costa de que en Cataluña vivamos por debajo de nuestras posibilidades.
No queremos, sin embargo, que parezca que la opción secesionista es una postura meramente egoísta y poco solidaria. Entendemos la solidaridad interterritorial por la que las zonas ricas han de contribuir al desarrollo de las más necesitadas. Pero el 9 o 10% de PIB catalán que cada año contribuye a financiar el gasto y las inversiones en España es excesivo. En Alemania está legislado que el déficit fiscal entre los lands no puede ser superior al 4%, en Estados Unidos el máximo permitido es del 2,5%, los limites en Canadá y Australia son del 2%. Y además, Cataluña es la comunidad autónoma que, en su conjunto, tiene los impuestos más elevados de España.

El economista Xavier Sala- Martín, de la Columbia University, lo resume así: “Hay países, como Estados Unidos, en el que se pagan pocos impuestos y se obtienen pocos servicios a cambio; Hay otros, como Suecia, en el que se pagan muchos impuestos y reciben muchos y buenos servicios a cambio. Catalunya es un fenómeno insólito porque paga muchos impuestos pero obtiene muy pocos servicios a cambio”

ELPHARI

No somos independentistas


Al menos, no nos consideramos parte lo que habitualmente se entiende por independentismo catalán, ya que este plantea la independencia como un horizonte, como una meta, como un punto de llegada.
Para nosotros, la independencia de Cataluña no es más que un inicio, un punto de partida en las relaciones con España. En nuestro horizonte no se descarta una nueva incorporación de Cataluña en España, aunque la vemos difícil en el corto plazo y para que se produzca han de cambiar radicalmente las condiciones en la relación Cataluña-España.
Por ello, más que “independencia”, preferimos usar la palabra “secesión”, que consideramos más adecuada. También, simbólicamente, y como forma de distinción y autoafirmación, adoptamos el color verde en el triángulo estrellado de la bandera de la Cataluña independiente.


ELPHARI

No somos nacionalistas


La secesión de Cataluña que queremos no tiene base identitaria, sino que se fundamenta en razones básicamente prácticas, a partir de constatar que la permanencia en España produce más desventajas que beneficios.

El nacionalismo como ideología política, en cambio, parte de la idea de que “la nación” es el máximo referente identitario de una comunidad política y la base fundamental que otorga la legitimidad para constituir un Estado soberano propio.

Para nosotros, el concepto “nación” es complejo y permite múltiples interpretaciones (se puede hablar, incluso, de “nación de naciones”). La propia palabra “nación” (que proviene del término latino “natio” y que se podría traducir como “nacimiento”) ha tenido muchos significados a lo largo de la historia. Pensamos que en el siglo XXI, en plena mundialización, cuando las culturas, las economías y las políticas de todos los rincones del planeta están cada vez más interconectadas, hablar de nación, de soberanía, de independencia, incluso de Estado, es estar alejado de la realidad.

De todas formas, y para que quede claro, consideramos que Cataluña es una nación en el sentido clásico de la palabra. La razón fundamental de esta afirmación es que existe un consenso amplio y generalizado entre los catalanes de que así es.


ELPHARI