Gregorio
Peces-Barba es un prestigioso político y jurista español. Durante el franquismo
fue un gran defensor de los derechos humanos y de la democracia, lo que le
costó ser detenido en 1971 y castigado a no poder ejercer la abogacía durante
una época. Se afilió al Partido Socialista cuando este partido aún era ilegal
y, ya en democracia, fue elegido Diputado, llegando a ser el Presidente del
Congreso durante la legislatura 1982-1986. Es uno de los siete redactores de la
vigente Constitución Española y de su amplio currículum intelectual destaca su
doctorado “cum laude” de la Universidad Complutense de Madrid y el haber sido
el rector de la Universidad Carlos III durante 18 años.
El
pasado 28 de octubre de 2011, en una conferencia que daba como invitado de
honor del Congreso de la Abogacía (actividad organizada por el Consejo
General de la Abogacía Española, que es el órgano representativo, coordinador y
ejecutivo superior de los Colegios de Abogados de España), Gregorio Peces-Barba dijo, medio en
serio y medio en broma, que tal vez a España le habría ido mejor si en el siglo
XVII se hubiera quedado con Portugal y renunciado a Cataluña. También llegó a
decir, ante la posibilidad de que Cataluña iniciara un proceso independentista,
que “no sé cuántas veces hubo que bombardear Barcelona, pero creo que esta vez
se resolverá sin necesidad de bombardearla”. Posteriormente ha pedido disculpas y
reiterado que todo fue una broma.
Es bastante
sintomático que este ilustre y eminente jurista (lo digo sin ironía) haya hecho esas declaraciones. Respeto
al señor Peces-Barba, tanto por su currículum intelectual como por su
trayectoria personal, pero no acepto sus disculpas. Y no las acepto porque no
considero que sus reflexiones sean un insulto. No son más que una nueva prueba
que demuestra que la mejor opción para las relaciones entre España y Cataluña pasa
por la secesión. Lo único que le pido es que no rebaje el nivel de sus
declaraciones y diga que sólo son una broma o una metedura de pata. El hecho de
ser él quien es y de hacerlas en el entorno en el que las hizo no lo permite.
Lo que dijo no es una mera anécdota, sino que pone de manifiesto que una
importante mayoría de españoles, al margen de su nivel intelectual o
adscripción política, no se siente cómodo con los catalanes. Es algo visceral,
arraigado en sus más profundos sentimientos. Y eso a pesar de los años en los
que Cataluña ha contribuido a la modernización de España, tanto desde el punto
de vista intelectual como económico (15.000 millones al año subvencionando al
resto del Estado).
Finalmente,
me gustaría hacerle una demanda Gregorio Peces-Barba. Le pido, por favor, que, una
vez asuma la realidad de las relaciones España-Cataluña y lo artificial que
resulta mantenerlas unidas en un único Estado, contribuya, desde sus amplios
conocimientos jurídicos y su prestigioso historial político, a aportar fórmulas
para que se pueda realizar la secesión catalana de la forma más pacífica y
beneficiosa posible.
ELPHARI