No nos
queremos ir porque queramos, nos queremos ir porque no nos quieren.
La
derecha española, es, en Cataluña, relativamente marginal. En las elecciones
autonómicas de 2010, el Partido Popular de Cataluña alcanzó el 12,3% de los
votos emitidos, y ha sido su mejor porcentaje histórico en este tipo de
elecciones (en otras ocasiones, como en 1999, no llegó ni al 10%). En las
elecciones municipales de 2011, su mejor resultado en una locales, sólo obtuvo
el 12,7% (en las anteriores, las de 2007, tampoco llegó al 10%). En las
elecciones generales, dónde sacan los mejores resultados, tampoco les va mejor.
Sólo en una ocasión, (en 2000, cuando el PP de Aznar obtuvo la mayoría
absoluta), ha pasado del 20%. Por ello, sabiendo que tiene poco que perder, ha
utilizado permanentemente el anticatalanismo como baza electoral para el resto
de España, tanto cuando en Cataluña gobernaba la derecha nacionalista de
Convergència como cuando la hizo la izquierda. La izquierda española, mientras
tanto, tampoco ha actuado de contrapeso, y en múltiples ocasiones ha sido
cómplice de ese anticatalanismo visceral.
Dicho anti catalanismo, muy arraigado históricamente entre los españoles, se ha visto
fuertemente amplificado desde los medios de comunicación afines a la derecha
hasta niveles de maltrato e insulto permanente. Pero lo peor es que ha calado
en amplios sectores, por no decir la mayoría, de la ciudadanía española. El ejemplo más evidente es el boicot al cava
y otros productos catalanes que se produjo en 2005 (nunca se ha producido una
situación similar con otra comunidad), pero nosotros, que viajamos y pasamos
temporadas en España por razones familiares y afectivas, hemos vivido
innumerables pequeñas anécdotas que nos llevan a la conclusión de que en los
últimos años el anticatalanismo recurrente ha aumentado llegando a niveles
insostenibles.
No
negamos que algunos sectores catalanes pueden tener alguna responsabilidad en
el deterioro de las relaciones entre Cataluña y España (el victimismo habitual
de algunos, el antiespañolismo visceral de otros), pero estamos convencidos en
nuestro fuero interno que la mayor parte de la responsabilidad de esta
situación recae en los políticos y generadores de opinión españoles.
Como en
un matrimonio, si uno de los miembros de una pareja humilla, maltrata y
pretende anular al otro, hay que concluir que lo mejor es separarse, por duro
que sea.
ELPHARI
ELPHARI
Però, qui?
ResponderEliminarEls espanyols...? o els castellans...?
I de qui és l'Estat...?
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http://serrano.cat/tonibloc/?p=656
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Hola, me gusta esta página porque yo también soy castellanohablante (mis padres son extremeños) pero mi corazón es catanista.
ResponderEliminarEn este entrada me he sentido identificada totalmente. Llevo veraneando en Extremadura desde que tengo uso de razón, y nunca había tenido problemas de anticatalanismo por parte de nadie. Sin embargo desde hace unos 7 años, a mi familia y a mí nos vienen sucediendo una serie de anécdotas, que han hecho que ya cada vez vayamos menos al pueblo, ya que sentimos que no nos quieren a los catalanes.
A menudo, en España se quejan de que es una falta de respeto hablar catalán delante de gente que no entiende,etc. Nosotros, que somos castellanohablantes, hemos sido atacados de igual manera, simplemente porque se nos ha escapado alguna expresión como "adeu".
En las fiestas del pueblo, se han puesto a cantar cuando hemos aparecido: puto Barça y puta Catalunya. Por no decir la cantidad de veces que estás tranquilamente tomando algo en el bar, y te pican sacando el tema fel estatut, o de la independencia...o más divertido aún: te cuentan que leyendas urbanas tales como que en Catalunya se obliga a hablar el catalán, etc.
Para muestra un botón, que llevo 34 años viviendo tranquilamente en Catalunya y hablando en castellano.
Esta serie de cositas son las que nos han hecho a mi familia y a mí, volvernos cada vez más independentistas, hasta el punto en que no queremos saber nada con España.